martes, 19 de mayo de 2009

Dansa Valencia, un mes de danza

Acabado el festival, el diario Levante publica hoy un artículo a modo de resumen (firmado por Cristina Soler) en el que valora algunas de las propuestas de compañías valencianas y vuelve a destacar la internacionalidad de Dansa Valencia. Sin embargo no dice nada de la cantidad de sillas y butacas vacías que se han visto, sobre todo en el Principal. Las vi con la compañía Batseva (no demasiadas) las vi con Ramdon (bastantes) y las vi con los ballets de Montecarlo (muchas). Y ello a pesar de la calidad y el prestigio de las tres compañías citadas. ¿Qué pasa? ¿Por qué no va el público al Principal a ver danza? O mejor, ¿quién va a verla? Pues quienes no pagan o pagan poco, gracias a los descuentos. Es decir: Los profesionales y vinculados que van invitados, los profesionales o estudiantes que obtienen descuentos del 70%, la mitad de los que obtienen descuentos del 50% y unos pocos de los que obtenemos un descuento del 25% por tener algún carnet enseñable (ya hablaré algún día de las barreras situadas en la taquilla, a propósito de los carnets enseñables). ¿Qué pasa en el Principal? Pues no lo sé. Pero tengo alguna pista. Hace cosa de un mes leí un artículo pijo, firmado por una pija, en el que se refería al glamour del Principal en días de estreno, cuando toda la Valencia de corte y confección aparece por allí. Lo leí y me quedé anonadado. Debe de ser que ese gentío exquisito sólo va el primer día del festival, a butaca gratis y en presencia de la pija de turno, que sin duda les mentará en el diario de la provincia. Todo perfecto, según ella. Pero luego quedan veintitantos días más de festival. Se dice que la oferta es variada y atractiva. Bien. Pero no se dice que se han creado divisiones. Sí, divisiones, como en el fútbol. Salas de primera, de segunda y de tercera. No quiero pensar que eso mismo se haya hecho con las compañías, aunque es probable. Así que aceptada la probabilidad: compañías de primera, de segunda y de tercera. Y por supuesto precios de primera, de segunda y de tercera. O sea, espectadores de primera, de segunda y de tercera. Si no fuera así nos invadirían los de tercera, ¡oh! Luego hay quien pregunta que dónde está el público. Pues cada cual en el lugar que le corresponde de acuerdo con la categoría establecida. Lo malo es que el festival dura casi un mes y hay un público selecto de un sólo día. Ya saben. Así que el resto de los días a airearse los terciopelos. Es lo que tiene el glamour.