martes, 28 de octubre de 2008

Antígona 18100-7

Un espectáculo soberbio. Eso dice de Antígona 18100-7 el crítico Francesc M. Rotger, en un artículo que publica el Diario de Mallorca el 17 de Octubre de 2008, tras ver su representación en la ciudad de Palma. Estoy de acuerdo. Magnífico en casi todos sus aspectos, el espectáculo brindado por la Compañía Carme Teatre en su propia sala, desde el jueves hasta el domingo de la pasada semana consiguió estremecer a más de un espectador. La puesta en escena es impresionante. Logra momentos que recrean situaciones de violencia extrema con tanta naturalidad que impresionan de verdad. Poseen además, tanto el texto como el montaje, una profundidad dramática que se transmite vivamente y que cala en el público. Lo sabemos porque incluso la sorprendente distribución escénica que incluye a los espectadores nos permite vernos las caras. La obra sorprende a cada paso, porque cada paso que da es una nueva vuelta de tuerca, y no en el sentido de aquel maravilloso e ingenioso relato de Henry James, sino en el del giro mortal del tornillo del garrote vil, esa atroz maquinaria de la muerte legalizada que imperó en nuestra España hasta hace bien poco. Y es que en esta versión de la tragedia clásica de Antígona, que ha puesto en escena Carme Teatre, bajo la dirección de Aurelio Delgado, se cuestionan severamente las diversas formas de ajusticiamiento y tortura inflingidos bajo los parabienes de la Justicia. Y se hace de forma tan inmediata y con tanta sencillez que no es posible escapar de esas sensaciones de indefensión que sin duda habrán sentido las víctimas de tantos atropellos. La duda y el miedo ante el cumplimiento o no cumplimiento de una ley injusta e inhumana, dan paso al dolor y al pavor ante el castigo, por haber optado por la propia ética y por ende por la desobediencia. Ese miedo y ese dolor se han repetido muchas veces y en muchos lugares a lo largo de la historia de la humanidad, y su relato va sonando en los oídos del espectador, mientras que a sus pies se desarrolla una dura lucha por la supervivencia, representada en momentos de gran intensidad que simbolizan la tortura o la ejecución. Antígona 18100-7 es un clamor y un llanto de impotencia ante los abusos del poder establecido, es un desgarro que se instala en el corazón desde el momento en que uno se deja arrastrar por el torrente de desesperación y muerte que gira sin fin, magníficamente ejemplarizado sobre la arena real de Carme Teatre, en la exigente y gran interpretación de sus dos actrices, Merce Tienda y Paula Miralles, muy bien acompañadas, y sin desmerecer en nada, por los actores Domingo Chinchilla y Ricardo López Ivars. Efectivamente, Antígona 18100-7, es un espectáculo soberbio.