viernes, 21 de noviembre de 2008

Noches de danza en el Principal

La coreografía que Asun Noales presentó en estreno absoluto anoche en el Principal se deja ver, pero no aporta movimientos novedosos y resultó algo confusa en algunos momentos, quizás por la ausencia de un armazón sólido o quizás porque se ciñe en exceso a los efectos del llebeig, un viento cálido que a veces es brisa que mece y a veces es viento loco y racheado que desparrama con violencia a los bailarines. Merece destacarse, y mucho, la belleza y profundidad de la música compuesta e interpretada al violonchelo por Zoë Keating, que maravilló. Ella sí puso el sonido adecuado. Luego tomó el relevo de la música la Orquesta Sinfónica de Valencia, dirigida por Joan Cerveró, que acompañó a las dos siguientes coreografías, completando así un espectáculo de danza y música en vivo que hay que alabar siempre, porque el músico intérprete añade con su toque personal un punto de emoción que no logra jamás la reproducción mecánica. A la de Asun Noales le sucedió en el escenario la de Gustavo Ramírez, una coreografía, en este caso, que apunta hacia la experimentación y con un sentido de la escenografía muy depurado en el que la iluminación cobra un papel relevante. Y cerró el gran Kylián, con una coreografía basada en las Seis Danzas de Mozart, que tiene ya sus años pero que sigue entusiasmando al público por su gracia y su arriesgada composición de pasos, a menudo difíciles, a menudo imposibles, pero siempre sorprendentes. Un final que deja un regusto muy agradable. El Principal sigue ofreciendo buenas noches de danza pese a que buena parte del público no lo sabe. Demasiados asientos vacíos en un estreno con dos coreógrafos valencianos y un tercero de renombre mundial. ¿Será porque no había “famosos de la tele” en el cartel? ¿O será porque no hubo cóctel previo en alguno de los templos de la moda? Da que pensar, ¿verdad?