martes, 5 de agosto de 2008

El Teatro del siglo XXI

La Asociación Cultural La Tarumba y el Ayuntamiento de Alzira, con la colaboración de Enrique Herreras y Rosa Molero, que se han encargado de la coordinación y edición, han reunido un más que interesante conjunto de artículos y ensayos sobre el teatro actual, en un libro que acaba de publicarse (junio, 2008) con el título El Teatro del Siglo XXI. Visiones y revisiones.
Algunos de los textos provienen de las ponencias que acreditados profesionales de las Artes Escénicas expusieron en el Seminario sobre Teatro celebrado en el seno del Encontre de Teatre a l’Estiu 2007 de Alzira. Luego se han unido otras colaboraciones, fundamentalmente, aunque no en exclusiva, de profesionales valencianos y juntos han conformado el citado libro.
En cuanto a su contenido pueden apreciarse algunas aportaciones de claro corte académico y de gran calidad (no puedo dejar de citar los dos ensayos de Eduardo Pérez-Rasilla, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, ni tampoco el de Enrique Herreras, conocido y reconocido crítico teatral valenciano, que aborda un aspecto de gran relevancia para comprender el quehacer teatral de las nuevas vanguardias), pero lo que más abunda son las aportaciones atrevidas y valientes, a veces apuntando directamente a la herida, como las de Eva Zapico (autora, directora teatral y actriz) o Jacobo Pallarés (autor y director de la sala Espacio Inestable de Valencia), a veces irónicas (Alejandro Jornet, autor y profesor de la ESAD de Valencia, Ximo Flores, director de la Sala Teatro de los Manantiales de Valencia, o Rosa Molero, autora y crítica teatral).
La ambigüedad de los contenidos, afirma Enrique Herreras en su texto, diferencia la creación teatral de las vanguardias del actual siglo y del pasado, pues mientras que en aquéllas no se daba, en éstas, tras la devastación ideológica postmoderna, es un claro elemento de identificación. Pienso lo mismo. Y pienso además que Herreras abre una vía de análisis muy atractiva. La ambigüedad puede ser una actitud, un modo de hacer premeditado y controlado, dotado de intencionalidad en busca de unos efectos específicos (él pone el ejemplo, entre otros, de Angélica Liddell, cuando ella afirma que conmover es más importante que transmitir mensajes) y puede ser una cuestión de comodidad. Uno puede instalarse en ella y mover la escena según convenga al gusto estético del momento. Es igualmente una postura escapista y un bálsamo para limar asperezas. Es un signo de estos tiempos. Tiempos marcados por una compulsiva y acelerada búsqueda del goce, por más que éste sea extremadamente fugaz y a menudo vacío.