Se me acumulan en la cabeza diferentes cosas que quiero contar, así que esta vez recurriré a esos revueltos que tanto me gustan. Algunos espectáculos vistos, libros leídos, revistas recibidas y asuntos varios que se acoplaron días atrás en mis neuronas y de los que no logro desembarazarme. Entre los espectáculos, el del Circo Gran Fele en la Nau de Sagunto, que no deja de ser un revuelto delicioso. Entre los libros, la edición bilingüe de Com a pedres, la estupenda obra de Pont Flotant, que recientemente ha publicado Teatres (igualmente, el Centro Coreográfico de Teatres ha sacado el número 5 de la revista Diálogos de Danza, que incluye entre otros un amplio reportaje sobre los 10 años del Centro y otro sobre el Festival Dansa València 08) y entre los asuntos varios las miserias de la puta tele. Puta tele, sí. Y miserias. De la programación (telemuertes –telediarios- incluidos, a los que dedicaré un especial muy pronto) ya se hablará. Lo que me lleva varias semanas machacando las meninges es un anuncio visto en una cadena privada de ámbito nacional. Es un auto anuncio, o mejor, es el anuncio de un servicio telefónico que presta la cadena. ¿Ah, no lo saben? Pues sí, las cadenas de televisión prestan servicios a través del teléfono, novecientos cinco, por supuesto. Sí, ese engaño. Sí, lo de que llames y digas el nombre de un animal feroz con melena y garras en las patas al que casi todo el mundo llama “rey de la selva”. Sí, hay un premio de seis mil euros si lo adivinas. Pero, claro, nunca te cogen el teléfono, aunque una voz insiste en que sigas intentándolo mientras ves y escuchas al presentador contestando llamadas. No, señora, no es la foca. No, no es el lagarto Juancho. Otra llamada. Dígame, ¿qué animal con melena y garras es conocido como el rey de la selva? El cerdo. Y uno piensa en el berraco cabrón que monta engaños, cuando no estafas, a costa de adolescentes alocados o gente corta de miras.
