martes, 12 de agosto de 2008

¿Crisis? ¿De qué?

Diario Las Provincias, 8 de agosto de 2008. Sección VIDA Y OCIO. El periódico publica una información servida por la agencia Europa Press con un título que, sin decirlo, parece que señala a la crisis de espectadores. La cabecera de la noticia en la versión digital lleva este títular:
"Los teatros Principal y Talía pierden más de 12.000 espectadores en un sólo año".


La noticia completa puede verse en el siguiente enlace:
http://www.lasprovincias.es/valencia/20080808/vida-ocio/teatros-principal-talia-pierden-20080808.html

Luego, en el texto, se insiste en señalar el descenso de espectadores registrado en los dos teatros públicos (8.901 en el Principal y 4,799 en el Talía) y el ascenso en el tercer teatro público en Valencia, y ofrece algunos datos específicos sacados del Informe de Auditoría Operativa sobre Teatres de la Generalitat, que se incluye en la Cuenta General del Gobierno valenciano correspondiente al año 2007. En concreto se comparan algunos resultados entre el año 2006 y el 2007. He reunido todos los datos numéricos que aparecen en la información en una hoja Excel, y mediante algunos sencillos cálculos he añadido otros, como el número de funciones por espectáculo, el de espectadores por función y el porcentaje de ocupación de cada año en función de los aforos de cada sala. Puede verse el cuadro pinchando en el siguiente enlace:

http://spreadsheets.google.com/pub?key=p4h2wlz5e3jic9r6duRG4WQ

Ya sabíamos que el número de espectadores bajó en ambos teatros y que también bajó en ambos el número de funciones. ¿Pero qué sucede con el promedio de espectadores por función, dato que realmente señalaría si hay o no un retraimiento del público? Pues resulta que en el Principal, como puede constatarse en el cuadro, no sólo no ha bajado sino que ha subido en 32 espectadores por función. Por su parte, en el Talía, ese promedio sí baja en 6 espectadores por función. Y en L’Altre Espai, con una función menos, el ascenso de espectadores es de 16 por función.

Volvemos al titular de la noticia: "Los teatros Principal y Talía pierden más de 12.000 espectadores en un solo un año". No es una cuestión política sino puramente informativa. El diario Levante también titula de forma similar: "El Principal de Valencia perdió un 10% de espectadores en 2007 y el Talía, un 20%". Se trata más bien de cómo se redacta un titular para hacerlo más noticiable. Si hay crisis sólo se piensa en el retroceso y la noticia es el nuevo dato que apoya dicha idea. Luego, cuando alguien anuncie la remontada y todos estemos de acuerdo en ella, la noticia será que se ha ganado un espectador, aunque para encontrar esa nota ascendente haya que comparar con el último semestre del año 1988 o con el periodo interanual más conveniente.

Decir que bajaron los espectadores no es incierto, pero induce a cierta falsedad. Reflejar la pérdida de espectadores sin más es hacer creer que hay crisis de espectadores cuando, en todo caso, lo que hay es una crisis (descenso) de funciones que bien pueden deberse a un reajuste en los criterios de la programación de las diferentes salas. En fin, que en este caso el titular de la noticia olvida un dato crucial que debería haber sido incluido. Un titular como por ejemplo: "Baja el número de funciones (y en consecuencia el número de espectadores)", o incluso éste otro: "Sube la asistencia media de espectadores por función en el Teatro Principal", hubieran sido más correctos. Pero la cuestión es otra. Se trataba de dibujar la crisis. ¿Crisis? ¿De qué?

Crisis

“El cine se hunde, la industria del disco no digamos, se venden muchos libros pero de los mismos títulos, y el teatro..., ah, el teatro sigue siendo el Magnífico Enfermo, como decía George Kaufmann.” Así comienza el artículo que Marcos Ordóñez publica en el suplemento cultural del diario El País (Babelia) del 9 de agosto de 2008. Se trata de un comentario crítico acerca de la representación en el Teatro Grec de Barcelona del “Rei Lear” que dirige Oriol Broggi y que, afirma, Ordónez, “ha llenado todas las noches durante un mes”. Se pregunta el autor de la reseña por las razones que llevan al público al teatro. Y se contesta a sí mismo una frase después. Copio y pego de nuevo. “Respuesta: por la fuerza del texto, la verdad de los actores y la mirada del director, todo cosido a mano, artesanía pura, sucediendo a dos pasos, sólo para nosotros y de manera irrepetible, no hay más cáscaras”.
Ya he oído decir estas cosas y otras parecidas a gente del teatro. Sin embargo sigo oyendo cantinelas diferentes en otros lugares. En la puta tele, sin ir más lejos, he escuchado no hace mucho, en un informativo, una cosa parecida a ésta: "Dicen que el cine está en crisis, y del teatro ya ni hablamos, así que para resistir los malos tiempos que se avecinan un grupo de teatro ha decidido ofrecer un taller de interpretación este verano…"
Eso fue el arranque de la noticia en el plató, en los estudios de Madrid. Era una televisión nacional, tranquilos. Luego, desde una ciudad aludida, un pequeño reportaje contaba la historia. Una historia de sobra conocida. Y es que como durante los tres meses de verano la programación regular de los teatros se para (que no los profesionales, porque hay muchos festivales y ferias, y además hay que ensayar los montajes de la próxima temporada y trabajar en proyectos nuevos) no está de más aprovechar el vacío de las salas para albergar talleres y actividades relacionadas que reporten algún dinero extra. Esa era la noticia. Lo de la crisis, una introducción muy bonita. Cosas de la puta tele.

Entonces, ¿hay crisis en el teatro o no? ¿Crisis de qué?, preguntaría un despistado. Por cierto, Ordóñez titula su artículo “Razones para la esperanza”. ¿Para salir de la crisis?, volvería a preguntar el que sigue en la luna. Para que se cure el enfermo imaginario. Digo yo, diría uno que pasara por allí en el preciso instante de la pregunta. Como si hubieran leído el artículo de El País, unas horas después, en Valencia, la Generalitat anunciaba para octubre o noviembre la “legalización” de las obras de rehabilitación que realizaron Grassi y Portaceli en el Teatro Romano de Sagunto (¡vaya!) porque es un paso previo necesario para poder presentar después el expediente de inejecución de la sentencia que pesa sobre dichas obras. Ah. Pues sí, me parece que hay crisis en el teatro. O por lo menos la ha habido. Y digo yo, ¿de qué?

El artículo completo de Marcos Ordóñez puede leerse en este enlace:
http://www.elpais.com/articulo/arte/Razones/optimismo/elpepuculbab/20080809elpbabart_5/Tes
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